Lacan (1949) sostiene que entre los 6 y 18 meses, el bebé llega a reconocer su imagen en el espejo, lo que él llama “estadio del espejo”. Este momento marca el inicio de la construcción de la identidad del niño, quien se identifica con lo que ve reflejado. Al hacerlo, empieza a reconocerse a sí mismo como una unidad.

Lacan describe este encuentro con la imagen como algo jubiloso, porque el niño se siente bien al verse reflejado, como si fuera una persona completa. Cuando, en realidad, el niño no se siente de esta forma, sino que percibe su cuerpo como “fragmentado”, ya que no se siente como un todo sino como partes separadas.

Este primer contacto con la imagen en el espejo, combinado con lo que las figuras de cuidado le puedan transmitir, generaran una identificación. Esta se da por medio de una representación, es decir que el niño no solo se identifica con la imagen, sino con los significantes que esa imagen empieza a representar, como ser “inteligente”, “lindo”, etc.

Este proceso de identificación, dejará marca en el sujeto, ya que a lo largo de su vida, la imagen reflejada en el espejo se idealiza, lo que puede llevar a la creación de ideales que resultan difíciles de alcanzar. Por lo tanto, la relación que el sujeto tiene con los demás y consigo mismo estará marcada por la imagen que tiene de sí mismo. Esto abre el interrogante ¿qué sucede en la actualidad, en un contexto donde las redes sociales están llenas de autoimagen que nos presionan a mostrar una imagen idealizada?

Cabe resaltar que en las redes sociales las imágenes que vemos suelen mostrar solo momentos felices o aspectos ideales de la vida, es decir una imagen de completud.

Por lo tanto, el estadio del espejo, que en un primer momento marca la subjetividad y la construcción de la identidad, también se pone en juego en la época actual. Cabe preguntar que efectos tendrá esto en la subjetividad, ya que hay pacientes que constantemente traen referencias de otras personas e imágenes idealizadas en las redes.

En consonancia con esto, Lacan (1953) haciendo referencia a los psicoanalistas expresa, “que mejor renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”.

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